La revuelta popular del 18 de octubre del 2019 en adelante incorporó en sus demandas y movilización ciudadana múltiples elementos cruciales para un proyecto nacional que refunda sus cimientos edificados sobre la constitución de Pinochet, persiguiendo horizontes refundacionales y consolidación de derechos fundamentales. Entre todos ellos, desde el Observatorio Constituyente de Apruebo Dignidad sabemos que la participación y la incidencia de la población en la construcción de la nueva Carta Magna es fundamental. Le otorga legitimidad al proceso, fortalece su implementación futura y crea una oportunidad única en la historia del país para que las personas puedan ser parte de un proceso cívico-político sin antecedentes.

La participación popular es el pilar fundamental para que la discusión constitucional no repita las precarias dinámicas participativas que se han sostenido en el Congreso, al no contar con mecanismos de participación que obliguen a los legisladores a tomar el contenido de las exposiciones de organizaciones y académicxs que asisten a las sesiones. Sus palabras son escuchadas, junto a la evidencia y experiencia en todos los campos en que se desempeñan, pero si no existe voluntad política, todo aquel esfuerzo se reduce a un saludo a la bandera.

Hoy es urgente contar con mecanismos distintos. Estos deben asegurar que aquellas personas y organizaciones que asistan a la Convención Constitucional y puedan comunicar sus aprendizajes en las diversas áreas, disciplinas y temáticas a discutir, no solo sean escuchadas, sino recogidas y puestas en el protagonismo del debate.

Los convencionales de Apruebo Dignidad están convencidos de que el norte no está solo en abrir las puertas de la Constituyente, sino en disponer de un espacio en la mesa para que la discusión de la ciudadanía se conviertan en el cuerpo de la Nueva Constitución, atendiendo a las demandas históricas que se arrastran por años en el territorio nacional y que ha afectado al desarrollo y bienestar de la población.

Es evidente que, para que eso sea posible, se necesitan condiciones materiales que lo permitan. Mayor presupuesto, mejor logística, nuevas lógicas y cuerpos administrativos de la CC que pongan en el centro de sus preocupaciones este elemento, para que no solo se responda el llamado, sino que se retroalimente la discusión con sus relatos y experiencias. Dinámicas como los Plebiscitos Dirimentes e Iniciativas Populares Constituyentes son ejemplos acabados de este deber, que ahora tienen que fortalecerse no solo en la convicción de todos los convencionales, sino que entusiasmar a la sociedad civil a organizarse con el horizonte puesto en ser parte de este proceso.